
In Memoriam
Podéis poner los comentarios y recuerdos que os parezcan oportunos, así como fotografías, de compañeros fallecidos.
Podéis poner los comentarios y recuerdos que os parezcan oportunos, así como fotografías, de compañeros fallecidos.
Badri Akoevi es georgiano, tiene 29 años. Desde hace un año está aquí en España con su esposa Tico y su hijo de seis años Rezy, que necesita tratamiento médico continuado a causa de un accidente que sufrió. Salieron de Georgia hace unos cuatro años huyendo de la violencia política y la ausencia de horizontes. Con la Cruz Roja estuvieron peregrinando por Europa durante casi tres años. Finalmente, dicha ONG les envió a España, donde les tuvieron acogidos en uno de sus albergues –en Cercedilla- durante tres meses.
El 24 de diciembre del año pasado, ni más ni menos que ese día, la caritativa Cruz Roja les comunicó que se les había acabado el tiempo de protección que les ofrecían, y sin más les pusieron en la calle. Una pareja que no habla español con un niño de seis años enfermo. Aunque había espacio y medios de sobra en el albergue para que hubieran permanecido algún tiempo más mientras se intentaba resolver sus situación (habían solicitado asilo político), la ONG fue inflexible, “las reglas son las reglas.” El que escribe esto fue testigo presencial.
Ante tal situación les llevamos al Samur Social de Madrid, donde, tras una negociación, les acogieron prometiéndonos que nunca pondrían en la calle a una familia con un menor enfermo. Pasado un mes, Badri nos llamó angustiado para decirnos que el Samur les había comunicado que tendrían que abandonar el albergue sin ningún destino, es decir, a la calle.
Tras una mediación de urgencia del Defensor del Pueblo, se forzó al Samur a readmitirlos, esta vez enviándolos a unos barracones, donde tenían que convivir con muchas más personas –normalmente mendigos y en algún caso gente que se dedica al trafico de drogas- y de donde dos veces tuvieron que sacarlos temporalmente porque el lugar estaba infectado de chinches. Allí coincidieron con otra familia georgiana compuesta por el matrimonio y siete hijos de entre 3 y 18 años. Ellos ya habían pasado varias semanas por las calles y estaban aterrorizados de lo que se les venía encima. Viéndoles en persona, hablando con ellos, uno sentía que no había más alternativa que ayudarles también a salir de ese infierno.
Pasados un par de meses en ese lugar (“Cemus”) les informaron nuevamente que deberían abandonarlo sin destino, y ya en plena pandemia. En esa situación angustiosa, tras contactar con muchas ONGs y obtener siempre la misma respuesta (“lo sentimos pero no tenemos sitio”) recurrimos a Comunidades Marianistas y a Acogida Diocesana. Para nuestra sorpresa, estas organizaciones, junto con otra denominada “Pueblos Unidos”, nos dijeron que tenían espacio para las dos familias. Ni los georgianos ni nosotros podíamos dar crédito. Para ellos, aquello era el cielo abierto. Sus hijos podrían ir al colegio, y sobre todo tendrían un sitio limpio , digno, en que vivir sin miedo y con cierta estabilidad (podrán permanecer allí durante tres años, mientras aprenden español y se integran en el mercado laboral).
Pueblos Unidos ofreció ocuparse de la parte administrativa, Acogida Diocesana de aportar alimentos y una trabajadora social (“Inma”, increíblemente activa y eficiente) que se ocuparía de la escolarización y de coordinar toda la ayuda, y Comunidades Marianistas ofreció una casa unifamiliar en Carabanchel con cuatro dormitorios y un jardín, completamente amueblada, que puede acoger ni más ni menos que a las dos familias. Comunidades Marianistas es también en este momento la principal encargada de aportar alimentos, darles clases de español y otras cuestiones importantes.
El grupo de Comunidades Marianistas que se encarga de este proyecto consiste en un pequeño grupo de personas que de sus propios bolsillos, y con evidente sacrificio, hacen aportaciones constantes para ofrecer esta ayuda vital a estas dos familias. Los niños ya han empezado a ir al colegio, si bien con las enormes complicaciones de la situación actual.
Badri y su familia y la otra familia georgiana ahora tienen un horizonte en la vida. Son unas personas maravillosas que ha sufrido mucho y merecen ser ayudadas. El Proyecto Badri consiste en colaborar con Comunidades Marianistas en el sostenimiento de estas familias. Para ello os pedimos que hagáis una aportación, que puede ser única, ocasional o regular (mensual) y que puede ir de una cantidad mínima (2 o 3 euros al mes) a … lo que queráis.
Los interesados podéis escribir a coordinacion@somosdelchami.org, o llamar al 637 950 522
En el proyecto “Chaminantes (memoria histórica del Chami)” pretendemos generar una narrativa intimista de lo que ha sido la vida cotidiana del Chami a lo largo de los años. Con ellos, pretendemos que no caigan en el olvido personas, situaciones, hechos y anécdotas que en su momento fueron significativas para quienes las vivieron y quizás para toda la comunidad colegial.
Os invitamos a que aportéis vuestros recuerdos y comentarios sobre la vida en el Chami, así como las menciones especiales que queráis hacer. Aunque este proyecto no es un foro para el debate, se pueden hacer comentarios, o rectificaciones que se consideren pertinentes a las aportaciones que hagan otros excolegiales.
Si deseáis añadir fotografías o vídeos con vuestros comentarios, las fotos que querías aportar deberéis enviarlas a coordinacion@somosdelchami.org. Si queréis enviar un vídeo, indicadlo en un mensaje a esa misma dirección y se os indicará
como hacerlo.